jueves, 14 de junio de 2012

Días Rojos.



                Decía Holly Golightly que “Se puede tener un día negro porque una se engorda o porque ha llovido demasiado, estás triste y nada más. Pero los días rojos son terribles, de repente se tiene miedo y no se sabe por qué.” Pues señores, llevo un mes completo de días rojos.
                Adele le pone el tinte musical perfecto a esos días en el que uno siente que no dejará una huella en nadie, a esos que uno siente que es lo suficientemente bueno para hacer cualquier cosa pero que nunca será especial en nada.
                Sonaba tierno en boca de la mismísima Audrey la mítica frase del día rojo. Pero cuando lo tienes lo único que haces es envidiar lo bien que dicho personaje lo llevaba. Que envidia da el cine, ¿verdad? La realidad es más dura.
                La realidad es que lloras, que sonríes sin querer, que a cada minuto las tímidas lágrimas empañan tus ojos sin querer salir para no robarle la sonrisa a alguien feliz. Pero al llegar la soledad oscura del fondo de tu almohada, rompes a llorar sin pensar que la almohada que te sostiene se está empapando de una tristeza que parece inherente a ella y a la soledad que conlleva.
                Son esos días en los que recuerdas que en los momentos más importantes, que en las mas importantes batallas, que en las duras luchas, estuviste casi siempre solo. Que tus amigos estaban ocupados librando las suyas propias, y te das cuenta que ser un ser social y depender de la gente no es un impulso que ayude a ganar o perder, porque al final, solos estamos, aunque haya gente a nuestro lado.
                Oh! Que día rojo más bello. Es tan contradictorio sentir que un día como este puede parecerme bello. Es bello porque aprendes, es bello porque te das cuenta de donde estas, a donde vas y quién eres de verdad. Es bello porque tomas decisiones, porque es el día en que el dolor te hace avanzar, porque es el día en que hasta la más efímera sonrisa significa algo y te das cuenta de lo bonito de los desapercibidos detalles.
                Creo que entiendo a la bella Holly cuando daba una sonrisa mientras decía algo aparentemente tan cruel. Hasta ella vaticinaba que un día, un mes o un año rojo, es solo ese pequeño espacio de tiempo en el que ser humano se destruye para volver a reconstruirse mucho más fuerte.
                Aconsejo un plan para un día rojo. Una buena compañía, luz tenue, unas fresas con chocolate y un vino blanco o champagne (cava), una agradable música de acompañamiento del tipo de Adele con una agradable conversación y, después, disfrutar de la película Breakfast at tiffany’s.  Pero ante todo, sonreír. Porque un día Rojo siempre precede uno Blanco.

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